La enfermedad de Chagas es una patología infecciosa causada por el parásito protozoario Trypanosoma Cruzi. En las Américas su transmisión es comúnmente asociada con la picadura de insectos de la subfamilia Triatominae (más conocidos como vinchucas, pitos o chinches) pero en realidad son los excrementos contaminados con el parásito los causantes de la infección. Los seres humanos puede tener contacto con los excrementos del insecto después de su picadura o por la ingestión de alimentos contaminados. Pocos saben que la enfermedad de Chagas también puede ser transmitida de la madre infectada al bebé.
Actualmente, en el mundo hay cerca de 7 millones de personas afectadas por la enfermedad de Chagas, pero solamente 1 de cada 10 personas infectadas ha sido diagnosticada. Existe tratamiento para la enfermedad. Sin embargo, si no es tratada, a largo plazo puede provocar problemas graves a nivel cardíaco (cómo el aumento de su tamaño) y del sistema digestivo.
La enfermedad de Chagas es endémica en toda Latinoamérica y está lejos de ser un problema resuelto, pues se estima que alrededor de 65 millones de personas en el mundo corren el riesgo de infectarse y 12 mil mueren cada año a causa de complicaciones asociadas a esta.
Por ser una enfermedad olvidada, acabó cayendo en el abandono por parte de la sociedad y de las políticas públicas, casi sin recursos para enfrentarla. Pero la enfermedad de Chagas sigue siendo un problema serio de salud pública.
Actualmente, la mayoría de las personas que padecen dicha enfermedad viven en áreas urbanas, incluso muchas de ellas se encuentran en países no endémicos. Los ambientes donde las personas afectadas viven han cambiado y la transmisión vectorial ha disminuido significativamente. Sin embargo, los desafíos de acceso al diagnóstico y al tratamiento aún prevalecen.